viernes, 25 de junio de 2010

Devociones


Desde luego cada uno puede escoger las devociones que desee. Pero, de lo que no cabe ninguna duda, es que hay devociones más tontas y menos tontas. (La admiración es gratuita. Pero la pérdida de tiempo no).

6 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Para mí, compa Herminia, el problema no está en la foto, sino en todo lo que la rodea. Ya puestos, me da igual que en la foto pongas a Maradona, a Jesucristo o a Belén Esteban. Tanto da...

Un abrazo y buen fin de semana.

HLO dijo...

Todos tenemos nuestras devociones. No se puede ir por ahí sin ninguna devoción, sin ninguna emoción por otros (imaginados o reales).
Pero, insisto, hay adoraciones y hay aberraciones...

Un abrazo y a pasarlo bien

Manuel Márquez dijo...

Respeto, compa Herminia, las devociones ajenas, y a aquellos que las profesan, por supuesto; es algo libre y respetable. Pero yo carezco de ellas. Puedo sentir por alguien admiración, en función de algo que hace o de algún rasgo de su carácter, pero sin dejar por ello de entender que esa persona tienes sus fallos, sus defectos, sus debilidades. Como yo, como tú, claro, como todo ser humano... Los seres venerados (humanos o divinos) no tienen, de cara a sus devotos, nada de eso; y eso me parece algo irracional. Pero es un tema, cómo no, bastante discutible.

Buen sábado y un fuerte abrazo.

P.S. por cierto, ayer ¿ganamos...?

HLO dijo...

Ganaron ellos (de tus impuestos y de los míos, no de empresas privadas, que todavía tiene un pase; y si siguen ganando, habrá que pagarles más).
Y tienes razón: una admiración irracional no puede ser buena. Pero todos necesitamos modelos, tipos de persona a los que admirar (dentro de las enormes variaciones que ofrece lo humano). Y siempre será mejor, digo yo, admirar a Einstein o Teresa de Calcuta que a una nieta de Franco. Digo yo.
Buen fin de semana.

Uno dijo...

No creas que pierden el tiempo. Es eso o hacerse pelotillas con los mocos.

Manuel Márquez dijo...

El debate económico, compa Herminia, es más complicado todavía que el "devocionario"; a mí lo que me ganan (algunos, pocos) deportistas, me parece una inmoralidad, pero no mayor de la que supone lo que ganan (algunos, pocos) actores, músicos, diseñadores de moda o (también, que los hay) escritores. Es un problema social y estructural; el de un modelo económico que prima el "valor-espectáculo" sobre el "valor-capacitación": el día que una operación a corazón abierto, con la que un cirujano salva una vida, sea retransmitida por la TV a más de cuatro mil millones de espectadores (como sucede ahora con cualquier partido del Mundial...), asunto resuelto.

¿Modelos, referentes a admirar? Sí, de acuerdo, pero para mí eso no radica en las personas, sino en las actitudes. No somos tan "enteros", tan monolíticos, tan homogéneos. Einstein y Teresa de Cálcuta, tenlo por seguro, tenían aspectos de su personalidad y de su conducta perfectamente dignos de desafecto. El problema es que, finalmente, todos transmitimos una imagen, una etiqueta, y eso se extiende a todo el conjunto (de nuestra vida, de nuestra personalidad, de nuestro actuar).

Más o menos. Ah, eso sí, encantado de poder seguir discutiéndolo amigable y plácidamente, con tranquilidad.

Un abrazo y buen domingo.