
No, yo no soy partidaria de prohibir el deporte. Ni los toros. En éstos hay un interés menor que proteger, que es la vida de un animal. Y ese interés no lo vamos a equiparar con la defensa de derechos humanos. Hasta ahí podíamos llegar. No me convencen los defensores de los derechos de los animales. Más bien me parece que el arte de la lidia ni es arte ni nada, sino una degradación del gusto humano: tantas cosas que hacer en el mundo, para regodearse en la muerte de un toro o de un torero, que es el no va más de un aficionado (haber contemplado la cornada mortal de Paquirri o de Manolete).
Como el deporte, el toreo es un reducto inexpugnable del machismo. Pero no lo prohibiría. Sencillamente me parece más inteligente esperar a que se degrade por sí solo.