domingo, 28 de abril de 2013

Qué es el ser humano



Qué es el ser humano. Este clásico interrogante está con nosotros desde los orígenes mismos de la filosofía. Pero, como nos recuerdan los autores de este ensayo, no existe una definición moderna -con todos los rasgos específicos- de lo que un Linneo dieciochesco llamó Homo Sapiens.
Cuáles son los rasgos propios de nuestra especie, esos que nos hacen precisamente como somos, tan diferentes -aunque las diferencias con nuestros parientes más próximos, los chimpancés, no superen el 2% del genoma.
Cuáles son esos rasgos, tras el impacto de las nuevas ciencias de la vida y su amplia cohorte de conocimientos incorporados.
A esta pregunta, básica en su formulación pero compleja en su respuesta, trata de responder este libro. Dividido en tres partes, tituladas "Pasado", "Presente" y "Futuro", cada una de ellas se centra en cuestiones que atañen a esa respuesta pero con contenidos diversos. En el primero, aunque los autores no quieran hacer un tratado de Paleoantropología las referencias son obvias; en el segundo, se incluye un listado con las características físicas, sociales y culturales que definirían nuestra especie, y a las que se hará referencia con posterioridad. Es curioso comprobar cómo se define, al final de este apartado, la psique humana más por su fantasía y la potencia de sus sentimientos (la pasión, simplificando) que por la inteligencia y la capacidad de razonamiento. El ser humano sería, pues "fundamentalmente social y emocional" (pág.294). 
   En la tercera parte -la dedicada al futuro, a la especulación sobre el futuro de la especie humana, cómo será en tiempos venideros- es de resaltar las continuas referencias a las obras de ficción, literarias sobre todo pero cinematográficas también. Quizá porque seguimos siendo los mismos de hace cuarenta mil años, cuando toda la complejidad del mundo podía encerrarse en un conjunto de símbolos pictóricos o en una narración tejida en torno al fuego benefactor.
   Un libro, en fin, muy interesante para quienes sientan curiosidad por el tema y no sólo desde el punto de vista paleontropológico como en otras obras de Arsuaga ("La especie elegida", magnífica síntesis divulgativa). Recomendable cien por cien. No les defraudará. Ah, y si esta obra les produce tanta admiración como a mí y se quedan con los ojos en blanco, no olviden que la esclerótica -el blanco de los ojos- es una característica específicamente humana con un potencial de comunicación innegable, es lenguaje humano (págs. 107, 112 y 249).

(Por cierto, el libro carece de un índice temático; los capítulos tienen títulos muy creativos, al estilo de los divulgadores norteamericanos - por ejemplo "El espíritu de la colmena"-, pero son muy poco informativos. Tampoco hay una bibliografía, aunque en el texto se citan los autores y los títulos con los años de edición).

Juan Luis Arsuaga y Manuel Martín-Loeches. "El sello indeleble". Barcelona, Destino, 2013.









jueves, 25 de abril de 2013

Siempre nos quedará Caballero Bonald


Esta mañana -después de las aplastantes derrotas del Barça y el Real Madrid- he escuchado en la radio: "Ya no nos queda ni el fútbol". En un contexto económico depresivo y en medio de un ciclo político verdaderamente abominable, con los aldabonazos informativos de una corrupción enquistada en los resortes del poder político y las más altas instancias del Estado, y perlas como la del torero homicida o la tonadillera blanqueadora de dinero, estos resultados deportivos son un auténtico jarro de agua fría para el poco entusiasmo que pueda quedar aún en los sufridos españoles.
  Pero yo me atrevo a lanzar un mensaje de optimismo: Señores, siempre nos quedará la literatura. Los escritores no son derrotados por sus colegas alemanes (Vargas Llosa humillado, por ejemplo,
por Günter Grass), ni hay posibilidad de perder una copa (unos objetos de dudoso metal, vacíos por otra parte, que se entregan a los campeones del deporte) y hasta puede haber mujeres en las altas esferas de la literatura (estoy pensando en la española Ana María Matute, en la canadiense Margaret Atwood o en la alemana Christa Wolf), cosa que no ocurre en las categorías superiores del fútbol, donde hay que tener ciertas hormonas y conductos espermáticos para poder participar.
  Siempre nos quedará la literatura, repito. Perfecta como un huevo, rica como un jamón, valiosa como un diamante. Siempre nos quedará la belleza de la literatura, su afán expresivo, su riqueza emocional, su valor intrínseco. El Borussia-Dortmund no puede venir y ningunear el valor poético de José Manuel Caballero Bonald, su riqueza lingüística, su fina ironía, su perfección formal.
  Desengáñense: el fútbol es también derrota; la literatura sólo triunfo, gozo triunfante.
  Frente a la calamidad deportiva o una derrota puntual, siempre nos quedará Caballero Bonald.