
Brueghel, "Juegos infantiles". Óleo sobre tabla, 118 x 161 cm.
Lo que comenzó como un forúnculo despreciable es ahora un absceso monstruoso. Lo que era diversión casi fortuita (apenas construida, apenas ritualizada) se transforma en vector económico: no sólo en un sector de la economía sino en un reclamo que engloba a decenas de actividades secundarias y terciarias. Un descriptor, en fin, de las tendencias económicas de la sociedad contemporánea.
Herminia Luque Ortiz, "No sport". Parte 1ª, "Dogmática".
2 comentarios:
No estarás también en contra del juego de los niños...
Hombre, pues no. No voy a ser tan radical. Los niños tienen que jugar y los adultos a veces también. Lo que me parece muy grave es que se le conceda tanta importancia a lo que sólo debería ser considerado como un conjunto de actividades lúdicas. Y se hagan fabulosos negocios con algo que carece intrínsecamente de valor.
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