El deporte, como los restaurantes o la guerra, necesita carne fresca todos los días.
¿Qué vale la carne de un deportista decrépito?
El deporte es una religión, dicen. Pero entre las ofertas de la religión está la resurrección de la carne y en la del deporte sólo entra la corrupción de sus directivos.
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1 comentario:
Qué bueno.
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