domingo, 22 de mayo de 2011

Lágrimas de un futbolista

Que el fútbol (el deporte en general) es una actividad adventicia, lo ha descubierto con gran pena el centrocampista Iván de la Peña. Que es algo postizo, que sobreviene un día, que viene y se va con idéntica ligereza; no es una actividad en la que perseverar hasta la muerte, una actividad a la que se pueda uno aferrar siempre, dedicarse a ella devotamente con toda la pasión que le es posible a un humano.
No. Con treinta y cinco años y unas cuantas lesiones, el futbolista es ya un trasto inservible y una legión inmensa de centrocampistas se frota las manos por su puesto, por su número.
Iván llora por el fútbol. Pero el fútbol no derramará ni la más mínima lágrima por él.

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