miércoles, 8 de diciembre de 2010
Calzado no deportivo
Como saben mis aguerridos lectores (una docena a ambos lados del Atlántico) de vez en cuando voy a darme un paseo a la playa. Me gusta, es cierto, ir a contracorriente pero también lo he hecho este puente, como otros tantos paseantes. Ahora bien, contemplo con regocijo cómo soy la única que no va uniformada según dicta la industria deportiva (chándal, sudadera, zapatilla deportiva, calzón corto). Tampoco es cierto, llevo mis botas de tacón (como las de la foto), pero unos mocasines hacen el mismo avío que cualquier otro calzado plano.
Tan sólo, observo, una madre con dos criaturas con la que me cruzo, no lleva tampoco calzado deportivo. Las madres, esas mujeres sacrificadas, esas "servidoras de la especie" como las llamó Simone de Beauvoir. La maternidad, a lo que se ve, es un deporte absorbente y no deja tiempo para otras zarandajas.
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2 comentarios:
Pues a mi, aunque no tengo deber alguno con la especie, tampoco me verás con zapatillas carísimas de deporte. Tengo unas de esas "bambas" de toda la vida a las que, te confieso, tengo que ponerles una cuña de corcho por dentro porque sin tacón me agota andar (si ya se que es la misma excusa que utilizan Aznar y Sarko)
Todo esto me ha hecho recordar la carrera con tacones que celebran en Chueca una vez al año. Pero claro todavía no es deporte olimpico.
Ya me he perdido otra vez.
Uno: querido, revisa esas cuñas, yo creo que ahí están por lo menos dos kilos de esos que dices haberte obligado a transportar contigo....
Un abrazo
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