viernes, 5 de noviembre de 2010

Bicicleta


Sí, me he sentido ligeramente traicionada...Mi querida amiga Eloísa ¡se ha comprado una bicicleta! Es verdad que por lo menos tuvo la valentía de confesármelo, y no he tenido que descubrirlo por mí misma algún día que me hubiera invitado a su casa a comer (¿y esa bicicleta de paseo, qué hace en tu balcón...?). Pero ha sido casi igual de doloroso...No es que ella haya dejado de leer (es una lectora fantástica e impenitente; me dejo guiar por su criterio, una de las pocas personas por las que me dejo guiar, bien es verdad. Y ha sido la primera lectora de mis obras primerizas y de las más maduras también). Su agudeza lectora y su capacidad intelectual no van a quedar mermadas por esto, aunque claro, tiempo sí que le va a restar...
En fin; los amigos están para eso, para aceptarlo incluso con sus defectillos...

3 comentarios:

Uno dijo...

Hace días que leo esta entrads y no me atrevo a comentarla. Temo tu ira o lo que es peor: tu decepción.
Y es que yo fuí un niño eternamente subido a una bicicleta y si hoy no la utilizo es porque tengo los meniscos para pocos trotes. Por montar en bicicleta, dirás tu. Pues no. Pero esa es otra historia.
En mi defensa que la manejo tan bien que hasta podría leer mientras monto en bici.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Lo ''bueno'' de las bicicletas, es que se pueden pinchar... y así recuperar a tu amiga.

Saludos

J.

HLO dijo...

Uno: yo, por increíble que parezca, también aprendí a montar en bicicleta y a patinar (y casi a esquiar). Todos tenemos un pasado...
Abrazos

José: confío en que se aburra antes.

Un abrazo