Por qué, entre los buenos deseos que se formulan en Año Nuevo, no está nunca la desaparición de la liga de fútbol profesional y sus mafiantes.
Nota: mafiantes: neologismo compuesto de "mafiosos" y "mangantes".
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3 comentarios:
Que el mundo del fútbol profesional apesta a menudo, de acuerdo. Pero, una curiosidad, HLO, ¿por qué tu obsesión general contra el deporte en tus diferentes blogs franco-españoles? En mi caso, siempre he podido simultanear mi vida de corredor de mediofondo con la filosofía, la literatura, las traducciones... Creo que incluso me ha ayudado bastante para ponerme las pilas y tratar de poder con todo. Hay también una poética del deporte, en especial del atletismo, que han sabido captar algunas películas y libros ¿no crees? ¿No resulta un poco tópico que el mundo de la cultura se vea siempre como antagónico del deporte?
Bueno: yo soy así, de todo o nada. Amo o detesto: no tengo término medio.
Mi crítica al deporte la desarrollo en dos libros que hasta la presente nadie ha querido publicar (bueno: una persona sí, pero el proyecto no salió adelante); supongo que están demasiado fuera de la corriente hoy en día. Pero en un futuro se leerán como una exacta radiografía de la sociedad de nuestro tiempo.
Yo tampoco voy siempre subida en unos tacones: paseo por la playa, que la tengo cerca, y en tiempos patiné, hice ballet clásico y hasta aprendí a montar en bicicleta. Pero la etiqueta "deporte" me supera: hay demasiada basura escondida en ella. Y yo he decidido sacarla a la luz (desde el punto de vista teórico).
También aprendí a esquiar y durante cierto tiempo incluso acaricié la idea de comprarme unos esquís. En vez de eso me saqué el carné de conducir, que, en la Costa del Sol, resulta mucho más práctico.
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