Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2014
(5)
- diciembre (2)
- septiembre (1)
- febrero (2)
-
►
2012
(11)
- noviembre (1)
- septiembre (1)
- agosto (1)
- julio (3)
- junio (2)
- marzo (1)
- febrero (1)
- enero (1)
-
►
2011
(24)
- diciembre (3)
- noviembre (3)
- octubre (2)
- septiembre (1)
- agosto (1)
- julio (2)
- junio (1)
- mayo (2)
- abril (3)
- marzo (1)
- febrero (2)
- enero (3)
-
►
2010
(44)
- diciembre (2)
- noviembre (2)
- octubre (2)
- septiembre (4)
- agosto (6)
- julio (3)
- junio (4)
- mayo (5)
- abril (8)
- marzo (1)
- febrero (4)
- enero (3)
-
▼
2009
(56)
- diciembre (2)
- noviembre (6)
- octubre (5)
- septiembre (2)
- agosto (8)
- julio (8)
- junio (5)
- mayo (3)
- abril (3)
- marzo (8)
- febrero (4)
- enero (2)
5 comentarios:
Tampoco haciendo la compra ni esquilando ovejas. Ni siquiera estudiando el búlgaro.
¿Que no? ¡La de pensamientos filosóficos elevados que se te pueden ocurrrir entre las estanterías del Mercadona...!Que si es una libertad positiva la de elegir entre la chapata y el pan cateto, o meramente negativa, porque no hay otro supermercado en kilómetro a la redonda...
Y lo de esquilar ovejas, ni te cuento: los pastores de Cervantes eran muy de pensar todos ellos, incluida la pastora Marcela.
Y en cuanto a lo del búlgaro, se lo preguntaría a Canetti pero está un poco muerto.
De todas formas no es un mal comienzo ese de buscar la libertad corriendo, aunque sea tras un balón. La sensación de libertad que te da correr con el balón en los pies es indescriptible. Acuérdate de Oliver y Benji, los ases del balón, como disfrutaban en cada jugada interminable. No es para menos. Tú con el balón en los pies, todos tus compañeros expectantes a que compartas con ellos tu libertad, esa que te otorga el balón, la libertad de elegir pasar el balón. O los contrarios que ansían tu libertad y hacen todo lo posible para quitártela, una revolución defensiva, pero que eludes con tus habilidosos regates. Finalmente decides, en pleno ejercicio de tu libertad, no pasar el balón, ni progresar con él, sino acabar con la libertad y arriesgarte a covertirte en esclavo o en héroe. Optas por chutar a puerta. Te toca defender o si tu disparo libertario destruyó la resistencia enemiga, ser el semi-dios de esta sociedad tan folklórica.
Muy buena defensa, compañero. Pero fíjate, has necesitado palabras para expresarlo. Las palabras expresan todo lo que tu quieras y la actividad deportiva no: es inefable, se cierra sobre sí misma de una forma implacable.
Pero eso es lo bonito y característico del deporte, del juego, lo que lo diferencia de otras actividades culturales, que se trata de una actividad autotélica. No es pretenciosa, ni va más allá de ese momento lúdico y catártico.
Publicar un comentario