Si los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 fueron el escaparate moderno y propagandísticamente eficaz de la Alemania nazi, los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 son el inmenso spot publicitario de una despótica y floreciente China, la gran potencia neo-capitalista de la edad postcontemporánea.
A los juegos del nazismo, curiosamente, la España republicana no mandó delegación alguna. En los de China la delegación española es nutrida y variopinta, añadiéndose además las más altas instancias del Estado (representantes de la Corona y el poder ejecutivo; del judicial, que yo sepa, no).
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